domingo, 2 de octubre de 2011

Inversión Socialmente Responsable


La inversión socialmente responsable (ISR) ya no se considera un nicho de mercado por las siguientes razones:
  1. El crecimiento de los mercados de tecnologías medioambientales que permiten reducir la contaminación, crear productos menos contaminantes, utilizar menos recursos ó el reciclaje y reutilización de una parte o del todo.
  2. Aparición de fondos cotizados que replican al FTSE4Good Ibex y la integración de análisis “extra financieros” a las prácticas de análisis y evaluación financiera, motivados por la demanda de inversores comprometidos con el medioambiente, las desigualdades sociales y la cultura.
  3. Proliferación de asociaciones sin ánimo de lucro y organismos que conciencian e impulsan cambios que tratan de regenerar nuestras sociedades y estimulan la inversión responsable, algunos ejemplos son: Eurosif, Spainsif, Federación Europea de Bancos Éticos y Alternativos (FEBEA) y la Sociedad Europea de Inversión Ética y Alternativa (SEFEA).
Debemos hacernos una pregunta, ¿el protagonista de la crisis actual es el modelo económico ó nuestro comportamiento individual con el dinero? Es preciso cambiar de paradigma económico y basarlo en la responsabilidad de los individuos. De aquí radica la idea de ejercer nuestra libertad y tomar decisiones conscientes en su uso.
La banca ética crea un modelo de economía sostenible con el entorno y las personas; conecta a ahorradores y emprendedores; carece de ánimo de lucro en el reparto de dividendos, destino de los excedentes y salario de los directivos, en definitiva una entidad financiera pensada, construía y sostenida sobre criterios éticos positivos y negativos.
Algunos de los criterios éticos positivos son: el respeto de los derechos humanos emergentes (derechos que surgen de las transformaciones que provocan en la sociedad actual el cambio tecnológico y la globalización: http://www.idhc.org/eng/documents/CDHE/DDHE.pdf); cuidado de la biosfera y utilización de energías medioambientales; apoyo al desarrollo local con prácticas y recursos que se reinviertan en la comunidad; fomento del consumo justo y responsable de bienes de primera necesidad y de lujo; protección de los discapacitados y prácticas fundamentadas en la igualdad de oportunidades; fabricación de productos que generen un valor social; proyectos que ofrezcan transferencia de conocimientos y tecnología a los países en vías de desarrollo.
Algunos de los criterios éticos negativos son: prohibir la inmersión en empresas que fabriquen o desarrollen productos o servicios de armamento; tabaco; alcohol; pornografía; juego; drogas; mafia; ejército; explotación laboral; contaminación del agua, aire o suelo; manipulación genética de seres vivos; experimentación científica con animales; creación, desarrollo y uso de energía nuclear; tala indiscriminada de bosques y uso insostenible de los recursos naturales; deslocalización; diferencias salariales; discriminación sexual; apoyo a partidos políticos o regímenes dictatoriales; especulación financiera y evasión de impuestos. 
Debemos tener  presente el siguiente sueño: una sociedad más ética y solidaria, concienciada con las desigualdades y dispuesta a promover proyectos que impliquen un cambio en la dinámica de vender más y ganar más sin un equilibrio de todos los agentes integrantes.

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